Descripción de Rostro, Cuento y Diálogo

Descripción de rostro



Esa chispa de oro que tiene, ilumina su claro rostro, dándole brillo a esa mirada seductora de ojos celestes y cristalinos,  levemente acariciados por su desmechado flequillo y mediano corte de pelo, donde las raíces castañas se aclaran de forma progresiva hasta llegar a un suave rubio. Morochas cejas peinadas y perfiladas acompañan la forma almendrada de sus ojos, donde sus largas y curvas pestañas tocan su párpado cada vez que pestañea. Pequeña y discreta nariz se arruga cuando sonríe, presumiendo esa gran sonrisa de dientes blancos y perfectamente alineados. 



Cuento con Diálogo y Descripción de rostro 



Todas las tardes, el pequeño Teo se sentaba en la esquina de Rawson. 

Vivía en la fría calle de su pueblito, revolvía la basura en busca de comida y trataba de encontrar el lugar más caliente y acogedor para pasar la noche entre unos gastados cartones.

Todas las tardes, el pequeño Teo se sentaba en la esquina de Rawson.

Una delicada muchacha rubia de ojos celestes cristalinos, capturó el corazón del pequeño, el cual sentía chispas cada vez que lo miraba y le sonreía con sus relucientes dientes.

Todas las tardes eran iguales para el pequeño Teo. Disfrutaba de ese pequeño momento apreciando y admirando a esta desconocida. Muchos podían observar que él no tenía nada, pero de algo no estaban enterados, se sentía pleno y satisfecho con solo mirarla, su felicidad provoca una completa excitación, moviendo por momentos la cabeza y removiendo un poco la cola. Luego de calmarse, se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas de su porche.

Una tarde como todas, Teo se encontraba en la esquina de Rawson, pero hubo algo que sorprendió al pequeño. La muchacha lo observa y con un fuerte chiflido y un movimiento de mano hacia ella exclamó que se acercara. 

  • ¿Quieres un poco de leche caliente? No parece que hayas comido mucho en estos días - mencionó la muchacha.

  • Mentiría si le digo que no quiero -agregó el pequeño Teo 

  • Toma, aquí tienes. - La muchacha preparó y calentó una leche, se arrimó y dejó sobre el piso un gran tazón.


Utilizando su lengua, Teo tomó tan rápido su leche que ni tiempo para agradecerle  tuvo, pero su larga cola agitándose lado a lado fue suficiente para demostrar lo agradecido y feliz que estaba. 

Remueve otra vez la cola, esta vez más despacio, satisfecho de haberla visto suspira dando vueltas sobre una misma baldosa, donde luego de encontrar la posición adecuada, se recuesta y se queda dormido mirando los ojos almendrados de la muchacha.

Inmediatamente, ésta decide colocarle en su delgado cuello un viejo collar de tela que encuentra. el cual le escribe rústicamente con marcador, el nombre “Rocco”.

Y fue así que con mucha dulzura mientras éste dormía, le susurra “bienvenido pequeño amigo”.   

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